viernes, 9 de marzo de 2012

Teo a propósito de la luna sobre Villahermosa



Divagaciones provisionales

Teodosio García Ruiz, en marzo del año 2011. Foto Juan de Jesús López


Viernes. Son las 6 y media de la mañana, y todavía alcanzo a verla por encima del techo de la plaza comercial San Joaquín. Se cuela entre las ramas de las matas de guayaba y naranja agria. Blanca, redonda, como una gran hostia plateada. El sol proyecta  tenues sombras definidas de los techos rasantes sobre las paredes de los edificios apenas más altos. Mi vecino, el amarillito, celebra mientras picotea las últimas guayabas maduras. Es hermosa la gran zorra. Me levanté con malos presentimientos. Me acuerdo de mi amigo Teo, y me alegro de haberlo visto en la presentación del libro-homenaje que le dedicó a la cronista Gabriela Gutiérrez Lomasto a través de su editorial “Los arqueros del viento”. Para nadie es un secreto que Teo apenas sobrevive a los muchos males que sigue acumulando por la diabetes letal que lo aqueja, pero también, a todos nos sorprende porque –la luna ya casi no se ve- su cabeza sigue llena de proyectos, de poemarios,  de humor y de locuras. Anoche viernes 8 de marzo, el poeta hizo un gran esfuerzo para estar presente en el homenaje: a la ceguera se le han sumado la neuropatía y gastropatía. Casi no come porque hasta las verduras son un gran dolor en el estómago y la incontinencia lo obliga a permanecer alerta y casi siempre en casa. Cada semana está dos días en el hospital. La neurosis es como una gran sombra en su cabeza, cuando llega, maldice y  llora como un niño, pide perdón a la mujer que hace sufrir a diario, su esposa Estela, pero que sigue a su lado porque lo ama,  y vuelve a encabronarse. Ruega que lo dejen morir solo, vocifera por unas galletas y su cocacola. Maldice a los seis puntos cardinales. Se quiere matar. Los vecinos platican de él como si se tratara de un anciano loco. Se fue la zorra, solo quedó el ruido de los claxonazos. Anoche, tenía un color naranja intenso que se imponía sobre las farolas y me preguntaba: A quién se le ocurre presentar un libro con una luna llena,  tan imponentemente preñada de presagios. Al Teo. Estaba contento, elogió a dos grandes villahermosinas, la cronista y la periodista Lorena del Carmen, repartió donas azucaradas, pelonas rellenas y café. Él, que no las puede comer. Sus nietos vendían la plaquette a 20 pesos entre los que asistieron al homenaje convocado en la galería Siempreviva. Y vaya que son buenos vendedores, hicieron que la propia homenajeada comprara diez. Le falló uno de los dibujantes que haría una de las dos caricaturas que se regalarían a las villahermosinas. Desde el inicio de su trabajo poético el Teo mantiene o adoptó tres hábitos culturales: Villahermosa y sus villahermosinos, la celebración del Día internacional de la mujer cada 8 de marzo, y del Día internacional de la poesía cada 21 de marzo. Para esta celebración primaveral convence siempre quién sabe con qué mañas o artes a alguna poeta de por los rumbos, a alguna mesera de café, y en algunos intentos no logrados a una puta, para que se conviertan Señorita poesía por un día, electa por olfato y oídas. ¿Cómo es -pregunta el Teo- tiene caderas grandes, ta’ buenota? Dependiendo de la respuesta del lazarillo en turno, elige, decide y corona él solo. También toquetea avalado por su ceguera. Sobre el homenaje a las féminas, hasta ahora ha hecho reconocimientos a manera de exorcismos a dos grandes mujeres a las que debe mucho y con las que ha tenido desencuentros: Bertha Ferrer y Gabriela Gutiérrez. De ambas dijo, cuando era joven y bravo, el poeta irreverente de hueso colorado que no tentaba el corazón para usar las palabras, que eran una nulidad como escritoras. Ahora las elogia y celebra. Ese es Teo. Con todos los escritores chocos amigos o no ha hecho lo mismo: los ningunea pero si alguien de afuera intenta venir a decir lo mismo defiende su charco y congéneres con uñas y dientes. Pero lo que realmente me asombra de Teo es su querencia mayor como poeta y como promotor cultural: Villahermosa. Solo conozco a cinco autores que tienen como pasión constante a esta ciudad: Geney Torruco Saravia, Gabriela Gutiérrez Lomasto, Miguel Ramsés Vázquez Ortiz… y Teo. Desde sus inicios literarios, Teo tiene como principal personajes, atrás o delante de su poesía, de sus crónicas, de sus homenajes, de sus querencias, a Villahermosa.
Valga una cita que tengo a la mano –el ruidero sube decibeles, la histeria de la televisión:


Con el libro “Sin lugar a dudas” de Teodosio García Ruiz publicado en 1985, se sacude de una vez por todas el tufo bucólico de la poesía sentada sobre las rodillas complacientes de la nostalgia y el paisaje. De manera emblemática, el pequeño poema de cuatro versos irregulares que va del trisílabo al alejandrino y da título al conjunto de más de setenta poemas, varios de ellos con versos prosaicos con aliento de corredor de fondo, marca una nueva actitud poética.

La quietud/ es un caso de apuro/ no significa paz/ sino desgarramiento de conciencia.

Para el joven autor de ese entonces, la aparente calma esconde en realidad la urgencia que impone la conciencia desgarrada por el apuro de la vida y la conciencia del lenguaje. Apuro viene a ser un conflicto y un compromiso, y el breve texto un poema consigna, una empresa silogística que convoca a poner al día la conciencia, un llamado de atención para no quedarse –y muchos se quedaron- en la infructuosa calma penitente de la ruina del paisaje tabasqueño para interiorizarse atribulado y doloroso -el desgarramiento- en el nuevo panorama de las masas y la luces de neón, en el espectáculo de imágenes y palabras luminiscentes, en el rumor de la vida que llega con el grito que anuncia la ruta desde el estribo de los camiones de transporte urbano lanzado por el cobrador: ¡Tamultéee-atasta-centroooo! En el, este poeta-voceador que no se sabe si se invita y a la vez impone, como sea, anuncia los escaparates, las luces rasantes, la novedad citadina, como el edén prometido para las esperanzas del día a día. Lejos quedaría el rumor de rumiante domesticado, desde la ribera del río Grijalva.
El poemario Sin lugar a dudas no es el primer libro moderno de la actual poesía que se escribe en Tabasco, pero sí es el antecedente más poderoso y sólido por su tono desenfadado, por la coloratura altisonante, y porque se centra en la nueva goepoética: LA CIUDAD.


Teo y el dedo tanteador, allá por el año 2006. Foto Juan de Jesús López

Y cuando se habla de ciudad, por supuesto, el autor de ese ensayo se refiere a Villahermosa, la antigua San Juan Bautista. Pues bien, desde ese primerísimo libro Teo ya pinta lo que sería uno de sus temas favoritos, Villahermosa. Luego vendría el libro de crónicas “Villahermosa, peligro para caminantes” y luego un libro que está a punto de entrar en prensa: “Villahermosinos” en el que hace una serie de semblanzas-viñetas de las que se conocen algunos adelantos publicados en periódicos, y por último, la serie de libros-homenaje a personajes villahermosinos de la cultura como Fernando Nieto Cadena, Rogelio Urrusti y ahora doña Gaba. De acuerdo con lo que ha dicho él mismo, forman parte de un proyecto para alcanzar su doctorado. Los más mal pensados dicen que el Teo se asegura de que tendrá un lugar seguro en los meandros de la historia de la cultura tabasqueña. Quién sabe. Teo es un poeta y ya tiene un lugar dentro de la literatura incluso nacional: ahí están sus libros. Yo lo que creo es que Teo busca ser amado tal cual ha sido, con sus sombras y luces, con sus afectos y encontronazos. Por eso me dio gusto verlo ayer, sabiendo que pese a los pesares, comprobé que “Queremos mucho al Teo”. Hace poco un joven videoasta me preguntaba sobre el Teo, yo le contesté que en el fondo el poeta me recuerda aquella parábola bíblica del Hijo pródigo. Teo no era el hermano que se había quedado en casa, cerca del padre y de la madre, viviendo el tufo de las cantinas, soportando la estulticia cotidiana, viendo crecer a las muchachas que se largan con otros. Es el hermano que se quedó Villahermosa y escribe con todos sus odios y con todos sus amores, y da cuenta de lo que pasa en esta ciudad, siempre cambiante, a orillitas del gran río Grijalva que dicen es afrodisiaco manquesea por contagio milenario. Hay dos cosas que sé y estoy seguro: No sé quién es el hermano que se fue, y dos,  esta ciudad, como toda buena mujer, lo abandonó hace mucho.  Lo abandonó cuando él ya no pudo mirarla, vivirla ni satisfacerla. Y es normal, es una mujer-ciudad que sigue su vida. Es de otros.

3 comentarios:

  1. Amigo, quiero felicitarte por el blog que presentas. Siempre buscando lo novedoso, siempre adaptándote a lo que viene, sin temor, como un torero en el ruedo. Creo, sin duda, que tu profesionalismo así lo decide, así lo va agendando en cada paso que das. De la escritura a la fotografía o viceversa, que más da, lo importante es verte ahí caminando con tu libreta en mano y tu cámara al hombro, listo para llevarte en letras o imágenes a través de tu sensibilidad lo que te gusta. Gracias por regalarnos textos como el de Teo, el amigo de muchos, el hermano...

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  2. Mi buen amigo "anónimo" gracias por el comentario y la visita, aclaro que alguno textos son -los menos- nuevos y otros viejitos que entresaco porque van más allá o al menos aspiran a ir más allá de este más acá que es el ambito periodístico.
    Saludos y salud

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  3. que cuento es tabasqueño

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