domingo, 11 de marzo de 2012

El cuerpo es un canal para que la poesía fluya: Pano


Entrevista con el poeta  Ciprián Cabrera Jasso a propósito de la entrega del Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 2006 que recibió por el primer tomo de sus Obra Completa. Fue publicada en nov del 2006 en Milenio Tabasco.




Juan de Jesús López
Villahermosa


Parafraseando al poeta Pessoa, hay hombres que nacen viejos, cansados y adoloridos, y al leer la poesía del maestro Ciprián Cabrera Jasso, al menos la reunida en su compilación personal Obra Poética I, la impresión que dejan sus versos es que este hombre es de esos, que nacen entristecidos y viejo.

Es lo que se impone de entrada para quien se asoma a la poesía paniana reunida en ese tomo, la poesía de un hombre abrumado por el dolor de él mismo y el de la humanidad –aunque suene aparatoso-, dolor del que se contagió por las muchas horas metido entre las hojas de Unamuno, Sartre, Camus y Dostoiesvki.

Quien lo dude, que tome en cuenta que esa angustia existencial y literaria del poeta tabasqueño lo llevó a un intento fallido de suicidio y a una larga convalecencia que en realidad fue de reclusión sometido a la locura, de tres años, angustia que también lo “llevó a la luz”, como sostiene ahora que está del otro lado del río y se describe como un hombre feliz y sin remordimientos.

El Pano –como le llaman de cariño sus amigos y lectores- de ahora, no es el mismo Pano que hace pocos años presentó su libro “Los dones del insomnio”: de pulso tembloroso, de mirada a la derecha y hasta el fondo del pasillo de los condenados a muerte.

Ahora soy un hombre feliz, alcancé la luz, viene diciendo desde hace poco, y su risa no lo desmiente, ni su gesto, ni la simpatía con la que abre las puertas de su casa donde lo acompañan miles de libros y medio centenar de efigies de Buda, cifra que a lo mejor es una exageración porque aclara que no los ha contado.

“Tengo muchas efigies, de diferentes tamaños y materiales, algunos –comenta levantando los más cercanos a él que reposan ordenados en la mesa del centro de la sala, para leer lo que dice la pequeña etiqueta pegada bajo las piezas-: como este dice que es el buda viajero, este prosperidad, este felicidad, pero para mi sólo significan una cosa, reposo, gozo”.

Dos cosas caracterizan al poeta que nació en el municipio de Emiliano Zapata en 1950: la camisa de color rojo, color que viene usando desde hace varios meses y está relacionado con los votos religiosos, y su melena larga, blanca.

Se siente de espaldas a la ventana principal de su casa y logra el efecto deseado sin buscarlo, la intensidad de la luz hostiga a sus visitantes que lo miran a la cara y a él le da un aire de monje recién lavado por la lluvia. Con todo, no logra la evadir las preguntas ni las tomas de la fotógrafa, que llenó media tarjeta.

Fue una larga charla en la que platicó sobre el premio que recibirá hoy por la noche en la galería El Jaguar despertado, su trabajo literario, sus lecturas, Dios, su vida, y la poesía en Tabasco de la que reconoce a tres poetas mientras que a los demás autores que ahora borbotan por dondequiera, publican y ganan premios, los acusa de ser poetas mínimos de moda, incoloros e  inodoros.

Los jóvenes, dice el poeta, no se acercan a los maestros, se creen genios, pero confía en que dentro de poco se supere el estancamiento en el que ha caído la poesía tabasqueña, “donde se lee a uno y es como leer a cualquiera, todos escriben igual”.

-¿Qué significado tiene este premio para un poeta que es ajeno a esas circunstancias mundanas de la competencia lírica?
-Lo recibo bien, lo agradezco y simplemente lo suelto, no creo que ande cargándolo para todos lados, no quiero quedarme con nada.

-No es el típico poeta que va por la vida coleccionando premios.
-No me interesa, de hecho yo no envié el libro, fue la UJAT a través de Miguel Ángel Ruiz Magdónel, pero admito que sí fue una sorpresa para mí y me hizo llorar.

-¿Es el primer premio que recibe?
-Es el segundo porque el primero lo recibí hace muchos años. Las dos veces me ha pasado lo mismo, no los mando yo. Cuando estudiaba la preparatoria en la ciudad de México me habló mi papá para decirme que había ganado el premio de poesía de la Feria de Tabasco. Resulta que él encontró un poema mío en Emiliano Zapata y lo mandó, tenía entonces 19 años.
Todos participan en premios, aún los mejores poetas en México han participado en todos los premios que se convocan, y aquí en Tabasco casi todos. No sé si Teodosio García Ruiz, pero Ahí están Chico Magaña, Jeremías Marquines, que no creo ni digo que escriban para los premios.

-¿Y por qué no participa en los concursos?
-Pues voy a empezar a hacerlo porque ya me gustó (ríe). Pero yo no escribo para competir con alguien ni ser mejor que alguien, nada más escribo y ya. Es más, yo cuando descubro algún poeta me lleno de gozo enorme porque sé que es alguien que me está diciendo cosas maravillosas de la vida que yo no he alcanzado a descifrar.
-Su obra y su vida son dos instancias distintas: la obra está llena de dolor, y el poeta que es un hombre sencillo y lleno de entusiasmo.
Lo que pasa es que, bueno, sí, pasé una temporada de muchos años de angustia hasta que caí en una depresión tremenda que me llevó a un intento de suicidio, estuve hospitalizado y tres años en la locura, totalmente recluido, alejado de todo. Pero de ahí salí, salí liberado de muchísimas cosas, lleno de luz y con muchísimo gozo. Lo que escribo ahora no tiene ni un ápice de dolor, de angustia.

-En ese sentido este libro queda como una estancia concluida.
-De hecho,  de los cuatro tomos de mis obras que tengo, el segundo está por salir y no sé si se vayan a publicar los otros dos, en el cuarto ya se puede ver ese nuevo hálito de otra manera de vivir la vida.

-¿Pasó de los dones del insomnio a los dones de la luz?
-Si observas en toda mi obra siempre busqué eso, de hecho hay un poema extenso que se llama “En busca de la luz”. Y en “Trilogía de sombras” hay un poema en el que la esperanza está presente.
He escrito mucho, el retiro y la meditación misma me ha permitido purificar más el canal, limpiar más el canal. Yo, el ego del poeta, casi me hago a un lado y dejo que las cosas fluyan, el cuerpo es un canal para que la poesía fluya.

-Pero eso no significa que deje de lado el oficio del poeta ¿o sí?
-Claro, claro, y que conoce lo que está haciendo, y que escribe y después pule, es toda una disciplina de cuarenta años. Ahora que lo menciono, este premio es una maravilla porque este trabajo me llega exactamente a mis cuarenta años de haber empezado a escribir.

-Sus textos son un juego de espejos, por un lado la reflexión y por el otro el aliento visionario.
-Es el resultado de una experiencia de vida, mucha gente lo sabe, llevo muchos años metido en el mundo espiritual, es una búsqueda interna. Tú sabes que la obra es el reflejo del interior de uno, y que, mientras más limpio seas por dentro más transparente es tu obra, y más visión tienes de las cosas.
Cuando te metes a este mundo espiritual, la mente limitada que indaga y califica llena de conceptos, se disuelve y queda un mundo maravilloso de silencios y de paz. Entonces, nace algo más grande que eso, un ser visionario. La mente no tiene capacidad para ser visionaria porque es muy limitada.

-¿No le da miedo encontrar algo que lo aterrorice, aunque sea un ser luminoso?
-No, ya lo viví. Si yo te contara lo que pasé en esos tres años. Esos seres ya los viví, la locura ya quedó atrás: los palpé.

-¿La luminosidad de Dios puede enloquecer a un hombre?
-No, puede enloquecer la mente llena de demonios.

-Decía mi abuelo Mojodrilo que el que mucho reza es porque no puede encontrar a Dios, y su poesía está llena de intentos por encontrar a Dios, ¿eso significa que usted es un hombre condenado a no encontrarlo?
-No, no, no, ya lo encontré. Lo que pasa es que uno no lo encuentra porque lo anda buscando afuera, arriba. Uno anda buscando siempre la felicidad, el amor, allá afuera. Pero Dios no está afuera, está adentro de tí mismo y cuando lo encuentras lo empiezas a ver dentro de todas partes.

-¡Junto con los demonios que llevamos dentro!
-Claro, pero en la mente, son creaciones de la mente. Dios para mí dejó de ser una creencia para ser una vivencia. La creencia es limitante, está llena de conceptos, decir “creo” es un concepto y en el encierras la eternidad, al sin tiempo, al instante. La mente es limitada, la vida es algo sagrado.

-Parafraseando a Pessoa, quien dice que hay hombres que nacen viejos, cansados y adoloridos, al leer su libro se siente eso.
-Claro, en esa época así vivía yo, tan agotado que tuve un intento de suicidio. Sentía que no podía más, que había cumplido con estar por aquí.

-¿Por dónde pasó, que leyó, a quién visitó, qué lo cargó con esta actitud tan pesimista?
-Por una parte las muchas lecturas, te digo, leía desde los 17 años a Dostoiesvki que a pesar de ser un escritor cristiano tiene obras de hondos patetismos, que son tremendas, la lectura de Unamuno, la lectura de Sartre, Camus y Nietzsche me llenaron de un pesimismo, de un sinsentido por la vida. Entonces me decía, ah caray, ¿entonces para qué está uno aquí si no hay nada? Eso te lleva a una búsqueda de algo, lo que sea, para saber que estás por algo aquí, que te diga que vale la pena.
Yo ví un película que me lo dijo, “Qué bello es vivir” de Frank Capra, una película maravillosa y vieja del cine norteamericano que me hizo reflexionar y darme cuenta de que si no hubiera yo estado aquí no habría pasado esto, y esto, y esto, y esto otro. Esa película me dio un poco de luz pero la meditación es la que me lleva hacia la, ya no esperanza porque ya no espero ni busco nada…

-¿Ni el amor, el de pareja amorosa?
-Lo comparto, ya no lo busco fuera. Eso ya lo platiqué con mi pareja, y le dije, yo no te voy a hacer feliz ni tú me vas a hacer feliz, tú tienes que ser feliz por tí misma así como yo voy a ser feliz por mí mismo. Ni yo te voy a dar el amor ni tú me vas a dar a mí, tú eres el amor y yo soy el amor y vamos a compartir. ¡Y sabes qué, la relación sexual es mucho más placentera y más libre porque no existe la posesión! La mujer no puede ser objeto porque es un ser amoroso y libre, no tiene por qué buscar la felicidad porque ella es la felicidad.
Si atendemos eso, la relación es mucho más placentera, más duradera, porque no busca uno la eyaculación sino la eyaculación permanente, todo el tiempo. Porque, sin necesidad de eyacular uno tiene orgasmos permanentemente, somos seres multiorgásmicos, en la relación sexual cada poro se puede convertir en un estado orgásmico. Y todo, absolutamente toda la poesía tiene que ver con la energía sexual que es la creadora, de tí, de mí, de América, de todos.

-No se encuentra mucho el tema erótico en su poesía.
-Hay algunos poemas eróticos en “Kasandra”, y tengo otros que no he publicado, lo que pasa es que no es un erotismo que lea uno y diga ¡Ahhhhhh! (risas).

-Lo digo porque algún lector habrá que quiera encontrar algo de eso que platicaba más arriba: me refiero a la provocación sensual.
-No le voy a provocar con mi poesía a un lector que se masturbe, eso que lo busque en la revista pornográfica, lo que si le puede provocar es el placer de la poesía: hablando del amor, de la muerte, de la soledad. Yo no le doy mayor importancia a la cuestión erótica sino la misma que le doy a cualquier otra cosa de la vida.



Recuadritos

Ciprián Cabrera Jasso escribió su primer poema de corte social, influenciado por las ideas marxistas a los 16 años, un 9 de octubre, fecha que atesora porque en ese día sucumbió ante una necesidad imperiosa de escribir que no termina.


Sólo ha participado en dos premios literarios, en ambos, no los ha buscado él sino que son otras las personas que lo hacen ganar, el primero fue su padre quien descubrió un poema suyo y lo inscribió al premio de la Feria Tabasco, ahora fue un amigo, Miguel Ángel Ruiz Magdónel, director de Difusión Cultural de la UJAT, institución que publicó el libro.

Recuadro

La entrega del Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 2006, que se realizará este miércoles 15 de noviembre, en la Galería de Arte El Jaguar Despertado, a las 19:00 horas.
No se sabe si por caprichos o por apego irrestricto a la tradición, la ceremonia de premiación se realizará en este recinto que toma su nombre de uno de los versos pellicerianos, y no como se tenía programado hasta la semana pasada, en el Planetario Tabasco 2000.
Este premio que en casi treinta años lo han ganado tres tabasqueños: Francisco Magaña, Dionicio Morales y Ciprián Cabrera Jasso, comprende un monto de 50 mil pesos que se entregan cada año a través de una convocatoria avalada por el INBA y el Gobierno del Estado de Tabasco.
El jurado calificador decidió otorgar dicho galardón este año al libro Obra Poética 1, antología del poeta originario de Emiliano Zapata publicada en septiembre del año pasado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) en su Colección Carlos Pellicer. Poesía y prosa Tabasqueña.






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