Entrevista con el poeta Ciprián
Cabrera Jasso a propósito de la entrega del Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra
Publicada 2006 que recibió por el primer tomo de sus Obra Completa. Fue publicada en nov del 2006 en Milenio Tabasco.
Juan de Jesús López
Villahermosa
Parafraseando al poeta Pessoa, hay hombres que nacen viejos,
cansados y adoloridos, y al leer la poesía del maestro Ciprián Cabrera Jasso,
al menos la reunida en su compilación personal Obra Poética I, la impresión que dejan sus versos es que este
hombre es de esos, que nacen entristecidos y viejo.
Es lo que se impone de entrada para quien se asoma a la
poesía paniana reunida en ese tomo,
la poesía de un hombre abrumado por el dolor de él mismo y el de la humanidad
–aunque suene aparatoso-, dolor del que se contagió por las muchas horas metido
entre las hojas de Unamuno, Sartre, Camus y Dostoiesvki.
Quien lo dude, que tome en cuenta que esa angustia
existencial y literaria del poeta tabasqueño lo llevó a un intento fallido de
suicidio y a una larga convalecencia que en realidad fue de reclusión sometido
a la locura, de tres años, angustia que también lo “llevó a la luz”, como sostiene
ahora que está del otro lado del río y se describe como un hombre feliz y sin
remordimientos.
El Pano –como le llaman de cariño sus amigos y lectores- de
ahora, no es el mismo Pano que hace pocos años presentó su libro “Los dones del
insomnio”: de pulso tembloroso, de mirada a la derecha y hasta el fondo del
pasillo de los condenados a muerte.
Ahora soy un hombre feliz, alcancé la luz, viene diciendo
desde hace poco, y su risa no lo desmiente, ni su gesto, ni la simpatía con la
que abre las puertas de su casa donde lo acompañan miles de libros y medio
centenar de efigies de Buda, cifra que a lo mejor es una exageración porque
aclara que no los ha contado.
“Tengo muchas efigies, de diferentes tamaños y materiales,
algunos –comenta levantando los más cercanos a él que reposan ordenados en la
mesa del centro de la sala, para leer lo que dice la pequeña etiqueta pegada
bajo las piezas-: como este dice que es el buda viajero, este prosperidad, este
felicidad, pero para mi sólo significan una cosa, reposo, gozo”.
Dos cosas caracterizan al poeta que nació en el municipio de
Emiliano Zapata en 1950: la camisa de color rojo, color que viene usando desde
hace varios meses y está relacionado con los votos religiosos, y su melena
larga, blanca.
Se siente de espaldas a la ventana principal de su casa y
logra el efecto deseado sin buscarlo, la intensidad de la luz hostiga a sus
visitantes que lo miran a la cara y a él le da un aire de monje recién lavado
por la lluvia. Con todo, no logra la evadir las preguntas ni las tomas de la
fotógrafa, que llenó media tarjeta.
Fue una larga charla en la que platicó sobre el premio que
recibirá hoy por la noche en la galería El Jaguar despertado, su trabajo
literario, sus lecturas, Dios, su vida, y la poesía en Tabasco de la que
reconoce a tres poetas mientras que a los demás autores que ahora borbotan por
dondequiera, publican y ganan premios, los acusa de ser poetas mínimos de moda,
incoloros e inodoros.
Los jóvenes, dice el poeta, no se acercan a los maestros, se
creen genios, pero confía en que dentro de poco se supere el estancamiento en
el que ha caído la poesía tabasqueña, “donde se lee a uno y es como leer a
cualquiera, todos escriben igual”.
-¿Qué significado tiene este premio para un poeta que es
ajeno a esas circunstancias mundanas de la competencia lírica?
-Lo recibo bien, lo agradezco y simplemente lo suelto, no
creo que ande cargándolo para todos lados, no quiero quedarme con nada.
-No es el típico poeta que va por la vida coleccionando
premios.
-No me interesa, de hecho yo no envié el libro, fue la UJAT
a través de Miguel Ángel Ruiz Magdónel, pero admito que sí fue una sorpresa
para mí y me hizo llorar.
-¿Es el primer premio que recibe?
-Es el segundo porque el primero lo recibí hace muchos años.
Las dos veces me ha pasado lo mismo, no los mando yo. Cuando estudiaba la
preparatoria en la ciudad de México me habló mi papá para decirme que había
ganado el premio de poesía de la
Feria de Tabasco. Resulta que él encontró un poema mío en
Emiliano Zapata y lo mandó, tenía entonces 19 años.
Todos participan en premios, aún los mejores poetas en
México han participado en todos los premios que se convocan, y aquí en Tabasco
casi todos. No sé si Teodosio García Ruiz, pero Ahí están Chico Magaña,
Jeremías Marquines, que no creo ni digo que escriban para los premios.
-¿Y por qué no participa en los concursos?
-Pues voy a empezar a hacerlo porque ya me gustó (ríe). Pero
yo no escribo para competir con alguien ni ser mejor que alguien, nada más
escribo y ya. Es más, yo cuando descubro algún poeta me lleno de gozo enorme
porque sé que es alguien que me está diciendo cosas maravillosas de la vida que
yo no he alcanzado a descifrar.
-Su obra y su vida son dos instancias distintas: la obra
está llena de dolor, y el poeta que es un hombre sencillo y lleno de
entusiasmo.
Lo que pasa es que, bueno, sí, pasé una temporada de muchos
años de angustia hasta que caí en una depresión tremenda que me llevó a un
intento de suicidio, estuve hospitalizado y tres años en la locura, totalmente
recluido, alejado de todo. Pero de ahí salí, salí liberado de muchísimas cosas,
lleno de luz y con muchísimo gozo. Lo que escribo ahora no tiene ni un ápice de
dolor, de angustia.
-En ese sentido este libro queda como una estancia
concluida.
-De hecho, de los
cuatro tomos de mis obras que tengo, el segundo está por salir y no sé si se
vayan a publicar los otros dos, en el cuarto ya se puede ver ese nuevo hálito
de otra manera de vivir la vida.
-¿Pasó de los dones del insomnio a los dones de la luz?
-Si observas en toda mi obra siempre busqué eso, de hecho
hay un poema extenso que se llama “En busca de la luz”. Y en “Trilogía de
sombras” hay un poema en el que la esperanza está presente.
He escrito mucho, el retiro y la meditación misma me ha
permitido purificar más el canal, limpiar más el canal. Yo, el ego del poeta,
casi me hago a un lado y dejo que las cosas fluyan, el cuerpo es un canal para
que la poesía fluya.
-Pero eso no significa que deje de lado el oficio del poeta
¿o sí?
-Claro, claro, y que conoce lo que está haciendo, y que
escribe y después pule, es toda una disciplina de cuarenta años. Ahora que lo
menciono, este premio es una maravilla porque este trabajo me llega exactamente
a mis cuarenta años de haber empezado a escribir.
-Sus textos son un juego de espejos, por un lado la
reflexión y por el otro el aliento visionario.
-Es el resultado de una experiencia de vida, mucha gente lo
sabe, llevo muchos años metido en el mundo espiritual, es una búsqueda interna.
Tú sabes que la obra es el reflejo del interior de uno, y que, mientras más
limpio seas por dentro más transparente es tu obra, y más visión tienes de las
cosas.
Cuando te metes a este mundo espiritual, la mente limitada
que indaga y califica llena de conceptos, se disuelve y queda un mundo
maravilloso de silencios y de paz. Entonces, nace algo más grande que eso, un
ser visionario. La mente no tiene capacidad para ser visionaria porque es muy
limitada.
-¿No le da miedo encontrar algo que lo aterrorice, aunque
sea un ser luminoso?
-No, ya lo viví. Si yo te contara lo que pasé en esos tres
años. Esos seres ya los viví, la locura ya quedó atrás: los palpé.
-¿La luminosidad de Dios puede enloquecer a un hombre?
-No, puede enloquecer la mente llena de demonios.
-Decía mi abuelo Mojodrilo que el que mucho reza es porque
no puede encontrar a Dios, y su poesía está llena de intentos por encontrar a
Dios, ¿eso significa que usted es un hombre condenado a no encontrarlo?
-No, no, no, ya lo encontré. Lo que pasa es que uno no lo
encuentra porque lo anda buscando afuera, arriba. Uno anda buscando siempre la
felicidad, el amor, allá afuera. Pero Dios no está afuera, está adentro de tí
mismo y cuando lo encuentras lo empiezas a ver dentro de todas partes.
-¡Junto con los demonios que llevamos dentro!
-Claro, pero en la mente, son creaciones de la mente. Dios
para mí dejó de ser una creencia para ser una vivencia. La creencia es
limitante, está llena de conceptos, decir “creo” es un concepto y en el
encierras la eternidad, al sin tiempo, al instante. La mente es limitada, la
vida es algo sagrado.
-Parafraseando a Pessoa, quien dice que hay hombres que
nacen viejos, cansados y adoloridos, al leer su libro se siente eso.
-Claro, en esa época así vivía yo, tan agotado que tuve un intento
de suicidio. Sentía que no podía más, que había cumplido con estar por aquí.
-¿Por dónde pasó, que leyó, a quién visitó, qué lo cargó con
esta actitud tan pesimista?
-Por una parte las muchas lecturas, te digo, leía desde los
17 años a Dostoiesvki que a pesar de ser un escritor cristiano tiene obras de
hondos patetismos, que son tremendas, la lectura de Unamuno, la lectura de
Sartre, Camus y Nietzsche me llenaron de un pesimismo, de un sinsentido por la
vida. Entonces me decía, ah caray, ¿entonces para qué está uno aquí si no hay
nada? Eso te lleva a una búsqueda de algo, lo que sea, para saber que estás por
algo aquí, que te diga que vale la pena.
Yo ví un película que me lo dijo, “Qué bello es vivir” de
Frank Capra, una película maravillosa y vieja del cine norteamericano que me
hizo reflexionar y darme cuenta de que si no hubiera yo estado aquí no habría
pasado esto, y esto, y esto, y esto otro. Esa película me dio un poco de luz
pero la meditación es la que me lleva hacia la, ya no esperanza porque ya no
espero ni busco nada…
-¿Ni el amor, el de pareja amorosa?
-Lo comparto, ya no lo busco fuera. Eso ya lo platiqué con
mi pareja, y le dije, yo no te voy a hacer feliz ni tú me vas a hacer feliz, tú
tienes que ser feliz por tí misma así como yo voy a ser feliz por mí mismo. Ni
yo te voy a dar el amor ni tú me vas a dar a mí, tú eres el amor y yo soy el
amor y vamos a compartir. ¡Y sabes qué, la relación sexual es mucho más
placentera y más libre porque no existe la posesión! La mujer no puede ser objeto
porque es un ser amoroso y libre, no tiene por qué buscar la felicidad porque
ella es la felicidad.
Si atendemos eso, la relación es mucho más placentera, más
duradera, porque no busca uno la eyaculación sino la eyaculación permanente,
todo el tiempo. Porque, sin necesidad de eyacular uno tiene orgasmos
permanentemente, somos seres multiorgásmicos, en la relación sexual cada poro
se puede convertir en un estado orgásmico. Y todo, absolutamente toda la poesía
tiene que ver con la energía sexual que es la creadora, de tí, de mí, de
América, de todos.
-No se encuentra mucho el tema erótico en su poesía.
-Hay algunos poemas eróticos en “Kasandra”, y tengo otros
que no he publicado, lo que pasa es que no es un erotismo que lea uno y diga ¡Ahhhhhh!
(risas).
-Lo digo porque algún lector habrá que quiera encontrar algo
de eso que platicaba más arriba: me refiero a la provocación sensual.
-No le voy a provocar con mi poesía a un lector que se
masturbe, eso que lo busque en la revista pornográfica, lo que si le puede
provocar es el placer de la poesía: hablando del amor, de la muerte, de la
soledad. Yo no le doy mayor importancia a la cuestión erótica sino la misma que
le doy a cualquier otra cosa de la vida.
Recuadritos
Ciprián Cabrera
Jasso escribió su primer poema de corte social, influenciado por las ideas
marxistas a los 16 años, un 9 de octubre, fecha que atesora porque en ese día
sucumbió ante una necesidad imperiosa de escribir que no termina.
Sólo ha participado en dos premios literarios, en ambos, no
los ha buscado él sino que son otras las personas que lo hacen ganar, el
primero fue su padre quien descubrió un poema suyo y lo inscribió al premio de la Feria Tabasco, ahora
fue un amigo, Miguel Ángel Ruiz Magdónel, director de Difusión Cultural de la UJAT,
institución que publicó el libro.
Recuadro
La entrega del
Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 2006, que se
realizará este miércoles 15 de noviembre, en la Galería de Arte El Jaguar
Despertado, a las 19:00
horas.
No se sabe si por
caprichos o por apego irrestricto a la tradición, la ceremonia de premiación se
realizará en este recinto que toma su nombre de uno de los versos
pellicerianos, y no como se tenía programado hasta la semana pasada, en el
Planetario Tabasco 2000.
Este premio que en
casi treinta años lo han ganado tres tabasqueños: Francisco Magaña, Dionicio
Morales y Ciprián Cabrera Jasso, comprende un monto de 50 mil pesos que se
entregan cada año a través de una convocatoria avalada por el INBA y el
Gobierno del Estado de Tabasco.
El jurado
calificador decidió otorgar dicho galardón este año al libro Obra Poética 1,
antología del poeta originario de Emiliano Zapata publicada en septiembre del
año pasado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) en su Colección
Carlos Pellicer. Poesía y prosa Tabasqueña.
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