La noticia
recorría la ciudad pero pocos lo decían con todas sus palabras: Pano el poeta,
Panito el hermano espiritual y literario
de muchos, se había quitado la vida. Sólo amigos íntimos y familiares conocían los detalles del
primer intento fallido que lo mantuvo durante tres largos años en convalescencia, y de este segundo, el definitivo, que le tomó diez
largos años de espera y lo llevó a la muerte.
Pero los demonios no llegaron solos, bajaron -¿o subieron?- entre el marasmo del insomnio. Este desvelo intensó no sólo fue el ambiente que rodeó su primer
intento de suicido con ácido muriático, fue lo que dio título a uno de sus mejores
libros de poesía: “Los dones del insomnio”, y fue el caldo de cultivo de su
muerte la mañana del domingo 11 de marzo de 2012 cuando se ahorcó.
Por la noche de ese día, mientras familiares y amigos velaban los restos mortales en el Recinto
Memorial, poco a poco se conocían detalles de la decisión del poeta, el más
prolífico que ha tenido la historia de la literatura contemporánea pues se
estima que sus obras completas publicadas e inéditas rebasan las 7 mil
páginas.
“Estaba
padeciendo insomnio, ya tenía varios días, creo que llevaba más de una semana”,
me platicó su amigo Lácides García Detjen. A ese comentario, se sumaron los recuerdos
de su primer intento, cuando también padeció varios días el trastorno de sueño.
En casa busco y rebusco el recorte de la entrevista que le hice en el 2003 cuando se presentó su libro “Los dones del insomnio” publicado por la UJAT ese año en la Colección Carlos Pellicer. Encuentro el libro. Lo abro, veo la dedicatoria con letras menudas que más bien parecen garabatos enfebrecidos y recuerdo la ocasión.
"Pano llegó puntual a la presentación. Lo llevaban en brazos. Temblaba ligeramente. Su mirada un poco perdida por el efecto de los medicamentos. Apenas iba saliendo del Hospital Juan Graham donde fue atendido de emergencia. Se manejó con sigilo la causa del ingreso para que no trascendiera en los medios. Lo recibieron amigos, familiares y escritores como Francisco Magaña, Fernando Nieto Cadena y Miguel Ángel Ruiz Magdónel.
A Ruiz Magdónel
le comenté que quería hacerle una entrevista al maestro Pano, y le pedí su opinión sobre una pregunta de la que no estaba muy seguro de la pertinencia: ¿El suicidio maestro, es
uno de los dones del insomnio? Miguel me miró con sobresaltado y matizó el “no seas
cabrón juanito” pidiéndome que no la hiciera porque aún estaba delicado de salud.
No hice caso.
En la entrevista, le pregunté al poeta por esos dones. ¿Cuáles son esos dones
del insomnio, tienen que ser oscuros, demoniacos? Sí Juanito, son oscuros. Me
contestó. ¿La locura es uno de los dones del insomnio? Si Juanito, la locura y
sus demonios son dones del insomnio. ¿Y el suicidio es un don del insomnio?
También…
Recuerdo que
me ganó la preocupación y al día siguiente cuando entregué mi texto a Milenio
Tabasco no incluí en mi nota la última pregunta. Volví a verlo tres años
después, cuando presentó el primer tomo de sus obras completas, por la que
recibió el premio nacional para obra publicada Carlos Pellicer, en 2006. Y
escribí esto.
El Pano
–como le llaman de cariño sus amigos y lectores- de ahora, no es el mismo Pano
que hace pocos años presentó su libro “Los dones del insomnio”: de pulso
tembloroso, de mirada a la derecha y hasta el fondo del pasillo de los
condenados a muerte. Fue una larga entrevista, el tema del suicidio no lo
evadió.
“Ahora soy
un hombre feliz, alcancé la luz, viene diciendo desde hace poco”, y su risa no
lo desmentía, ni su gesto, ni la simpatía con la que abre las puertas de su
casa en pleno Centro Histórico, donde lo acompañaba miles de libros y medio
centenar de efigies de Buda, cifra que a lo mejor es una exageración porque no
los ha contado.
No volví a
entrevistarlo a pesar de que al año siguiente presentó el segundo tomo de sus obras
completas, luego llegaron varias novelas, participó en encuentros, viajó por Europa, fue
miembro de la Academia y lo reconocieron. Admito que como a muchos me molestaba el intelectual-modelo del sistema político tabasqueño que era, lo usaron y los usó, el poeta vip de la
Secured y luego del IEC.
Nos encontramos varias veces. Alguna ocasión le comenté que me había divorciado y perdido mi biblioteca. En alguna otra ocasión Nieto Cadena, Pano y Yo nos fuimos al El Submarino, y ahí, mientras nos seguía el paso con tehuacán y hielo, nos aclaró muchos de los malos entendidos en torno a su vida. Sabíamos cada tanto de él porque se anunciaba un nuevo libro.
Recuerdo que cuando me vio feliz caminando con Adri, mi pareja, nos abrazó a los dos y se alegró de verme feliz, y fui más feliz. Pero confieso que me quedé con el Pano de aquellos insomnios, el que escribió “El poema de la pasión”, y me quedé con una pregunta que me contesté un día después de haber visto su ataúd rodeado de coronas de flores: ¿Cuáles son los dones de Pano? Su poesía y la fiesta de su amistad dispuesta en un abrazo.
Recuerdo que cuando me vio feliz caminando con Adri, mi pareja, nos abrazó a los dos y se alegró de verme feliz, y fui más feliz. Pero confieso que me quedé con el Pano de aquellos insomnios, el que escribió “El poema de la pasión”, y me quedé con una pregunta que me contesté un día después de haber visto su ataúd rodeado de coronas de flores: ¿Cuáles son los dones de Pano? Su poesía y la fiesta de su amistad dispuesta en un abrazo.
Marzo un mes fatídico para Pano y Nieto quienes en distintos años se bajaron del Transbus.
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