sábado, 9 de junio de 2012

La Quinta Grijalva, ¿por qué ningún candidato la quiere habitar?



De guarda cama oficial y parque de fantasías sexenales a recinto cultural


La Quinta Grijalva se convertiría en el mejor de los casos después de diciembre de 2012 en un recinto cultural "para todos". En Tabasco eso equivale a un difícil destino pues correrá el riesgo que corren tarde o temprano todos los recintos dedicados a esa tarea: el abandono. Sin embargo, más allá de los ahorros económicos que representa dejar de gastar 50 mil pesos diarios y más acá de la "adaptación cultural" de los dos mojones históricos del poder político choco -el Palacio de Gobierno y la Quinta Grijalva- el presunto nuevo uso de la Quinta simboliza acaso el desgaste y desprestigio del quehacer político en Tabasco, o bien, los políticos actuales ya no quieren saber nada de lo espacios tradicionales de poder tan acosados por las protestas y reclamos, y buscan crear, los suyos propios.






La Quinta Grijalva se convirtió de la noche a la mañana, no en la manzana de la discordia electoral sino en la manzana más bien incómoda: Qué han dejado ahí los gobernadores que hasta el día de hoy la habitaron, qué fantasmas quieren exorcizar los aspirantes a gobernar Tabasco que prefieren convertirla en lo que sea menos en el lugar para la cama oficial del gobernador.
Quién sabe. Ninguno de los tres candidatos a gobernador en este 2012 quiere vivirla y menos aún saben qué hacer con ella. Y como es época de elecciones, a tono con los sainetes votariles, los más duchos le devuelven la papa caliente a la ciudadanía –al menos en los dichos- asegurando que el tema se irá a consulta. Aunque lo cierto es que, ningún político, y menos los que ya han gobernador como el del pricolor han consultado a la ciudadanía para desfigurar o alterar el espacio público.
Por lo pronto la propuesta más fuerte en el aire, con muchas variantes, es convertir al que ha sido el domicilio oficial de los gobernadores tabasqueños desde Francisco J. Santamaría hasta este año electoral, en un “Centro cultural” tal como ya sucede con el Palacio de Gobierno.
Aparte de las propuestas, conjeturas y condiciones que pusieron en entredicho al recinto oficial, la pregunta obligada es ¿Por qué está sucediendo lo mismo que sucedió con el Palacio de Gobierno? Será porque los recintos oficiales son el reflejo de los cambios políticos, la ciudadanización y la cultura como vía de convivencia o bien los recintos oficiales están reflejando el desgaste de las estructuras, de la clase, del oficio político en Tabasco.
Tanto el Palacio de Gobierno como la Quinta Grijalva son los dos mojones más importantes de la política de este trópico en ruinas, los dos tienen su historia y de ambos se han escritos libros que han desaparecido o reditado.
Con el Palacio de Gobierno hay mitos, leyendas y una que otra historia verdadera: la decapitación y puesta en pica de la testa de un gobernador, y aquel enero de 1995 cuando las huestes madracistas para imponer a su adalid sacaron a palos a los perredistas que habían tomado Plaza de Armas durante varios meses.
De la Quinta también hay muchos mitos y leyendas y una que otra historia verdadera: se convirtió en un inmenso parque de fantasía navideña y en el comedero más impresionante durante la inundación del 2007. Pero hay algo en lo que coinciden, ambos espacios son referencia obligada de protestas y marchas.
Todo inició con el Gobernador Manuel Andrade. El mismo gobernador que iniciara las remodelaciones del Palacio de Gobierno y propuso una sección de la planta baja como una galería de arte, es también el que gastó millonarias sumas en la remodelación de la Quinta Grijalva y la convirtió cada diciembre en su patio de recreación infantil.
El proyecto de remodelación y readecuación del Palacio, donde se encuentra la silla más codiciada del Tabasco, continuó con el gobernador Andrés Granier Melo quien, con motivo de las celebraciones del Centenario de la Revolución y Bicentenario de la Independencia en 2010, le quitó los anexos para poner un "chuzo" como llama la gente al obelisco de más de 30 metros de alto y convirtió la planta baja del edificio en una sección cultural: galerías, salones de conferencias y librería.
Otra cosa en la que Granier Melo siguió los pasos de su antecesor fue  mantener la jocosa disneilandia choca cada diciembre para solaz esparcimiento popular con motivo de las celebraciones de la natividad judeocristiana. La diferencia entre el proceder de Andrade y Granier Melo fue que, este último, la convirtió en su sueño dorado: el centro de repartición de tortas más grande del país para honra y gloria de su patriarcalismo populista de aguas inundacionales.
Pero a diferencia del Palacio de Gobierno, la mutación de la Quinta Grijalva está bajo la polémica a tal grado que en las principales avenidas se pueden leer en grandes espectaculares “La Quinta es de todos” y hasta se creó una página en internet.
¿Qué hizo que estos recintos perdieran el lustre político? La respuesta solo pueden ser muchas, entre ellas esta: El desprestigio de los inquilinos sexenales los ha manchado a tal grado que ahora nadie los quiere, aunque, en el fondo, es una forma de marcar ruptura por parte de los nuevos vecinos. Por otro lado, el gasto de 50 mil pesos al día es innecesario e insostenible para un estado que se declaró en crisis desde el año 2007.
¿Los cambios en esos dos recintos oficiales de la política son el reflejo de los cambios políticos que vienen, son los reflejos de la ciudadanización y de la cultura como vía de convivencia? La respuesta es sí pero desafortunadamente, los cambios no son impulsados por la ciudadanía.
El futuro de estos recintos políticos tabasqueños es el mismo en que devino el Palacio de Chapultepec, en la ciudad de México. No hay tal renovación ni mucho menos simboliza los cambios, es mera estrategia y en el mejor de los casos inercia política. Pero la duda se impone y apunta: Acaso lo políticos modernos ya no quieren saber nada de los recintos tradicionales y buscan crear otro nuevo más a su gusto.

1 comentario:

  1. Comentarios recogidos por aquí y por allá...

    Graciela Beauregard Solís: Esto es para distraernos, hay una tradición de que el que gobierne viva allí. PERO podríamos seguir el ejemplo de Barack Obama: ÉL PAGA SU SÚPER. La Casa Blanca únicamente financia los alimentos de invitados especiales y el mantenimiento. Aquí todo el mundo come gratis a nuestras costillas, no pagan luz eléctrica (hasta yernos de ex gobernadores) y hasta fiestas privadas. ESO es lo que está mal.
    Janet Ramon Vazquez: ‎...Otro lugar con chicles en el piso..!!
    Hermilo Fotografia: este último (gobernador), la convirtió en su sueño dorado: el centro de repartición de tortas más grande del país para honra y gloria de su patriarcalismo populista de aguas inundacionales. ---- GENIAL!!

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