viernes, 20 de julio de 2012

Los tamborileros a ras de calle


 

Sobreviven los tamborileros boteando en la ciudad


Sin los falsos folklorismos indigenistas que coreografían a los ejecutantes con el calzón de manta blanco, los huaraches y el chontal, y sin el maquillaje cultural de las escenografías teatrales para atracción turística







Los tamborileros y la música de tamborileros son todavía un patrimonio cultural vigente. Lo mismo se les puede ver acompañando las fiestas populares de las comunidades que en las tarimas de los eventos escolares o, la mayoría de las veces, en los escenarios opulentos de los encuentros de danzas folclóricas. Pero donde más se les disfruta es en la espontánea convivencia urbana.



A los tamborileros se les puede ver y gustan mucho más a ras de calle, sin los falsos folklorismos indigenistas que coreografían a los ejecutantes con el calzón de manta blanco, los huaraches y el chontal, y sin el maquillaje cultural de las escenografías teatrales para atracción turística que todo lo convierten en regionalismo trasnochado y clasista.



Los fines de semana por las tardes en las calles del Centro Histórico de Villahermosa, por ejemplo, se dan cita dos y hasta tres grupos formados por jóvenes en su mayoría pero también por familias que incluye niños: vienen a tocar y botear, aunque bien se podría decir que vienen a chontalear porque lo que ponen en el suelo para que tiren la monedas los paseantes que se detienen a escucharlos es un sombrero chontal.

Destacan el empeño serio de los jóvenes que salen a tocar en las calles la música tabasqueña y música popular con el “vestuario” nada tradicional: sus tatuajes y sus piercings, con sus tenis y pantalones de mezclillas, con sus playeras con leyendas en inglés. Se paran a tocar frente a los cafés y los comercios concurridos de la Calle Juárez.

Algunos forman parte del grupo oficial de tamborileros del Instituto Estatal de Cultura: estamos ensayado, dicen como para disimular que salen en busca de unos pesitos. Otros son jóvenes amigos que combinan los tambores chontales y los tambores requinto de la batucada, pero también se puede uno encontrar con un grupo familiar formado con hijos papás hermanos y tíos, todos hombres, que arman su bulla y divierten a los viandantes.

La gente los escucha y se detiene, reconoce el ritmo y celebra, baila y les explican a los niños. Las mujeres son las que mejor entienden la música de los tambores, la caderas se les mueven sin querer o queriéndolo. Son los que más se divierten.

Mientras en el Teatro Esperanza Iris se celebra el 8° Festival de Danza Folklórica en las calles de Villahermosa se vive la música de los tamborileros, a ras de calle. Son el reflejo de la cultura popular tradicional que se vive y vive sin los tapujos tradicionalistas.

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